La ansiedad, ¿que desencadena en nuestro organismo?

El post de hoy vamos a dedicarlo a un tema que la mayoría podemos conocer muy bien: la ansiedad y que desencadena en nuestro organismo. El primer aspecto a tener en cuenta es que la ansiedad es una reacción normal y adaptativa que genera nuestro organismo cuando nos enfrentamos a algún peligro.

Pero, ¿Cómo puede ser adaptativa esa sensación tan desagradable? Esto ocurre porque la ansiedad nos mantiene alerta y reaccionando a los estímulos que nos rodean. Por ejemplo: cuando nos presentamos a un examen importante, la ansiedad nos permite dedicar un tiempo determinado al estudio para conseguir aprobar. Además, cuando vamos conduciendo, sentir ansiedad también nos permite identificar situaciones que pueden ser peligrosas reaccionando con más rapidez y reflejos.

¿Cuándo puede suponer entonces un problema? Estos síntomas pueden interferir en nuestro funcionamiento cuando aparecen ante situaciones con bajo riesgo de amenaza o cuando la ansiedad es desproporcionada, pudiendo ser conveniente aprender a gestionar esos niveles de ansiedad.

 

COMPONENTES DE LA ANSIEDAD

Podemos pensar que la ansiedad se compone solamente de síntomas físicos, sin embargo, el mecanismo es más complejo. Cada vez que detectamos peligro, se producen cambios en nuestro organismo que lo preparan para actuar. En el caso de la ansiedad, estos cambios pueden experimentarse a nivel cognitivo (interpretación que hacemos de las situaciones) – fisiológico (síntomas como taquicardia, sudoración, temblor) – conductual (evitar o escapar de situaciones desagradables).

Todos estos componentes están relacionados. Por ejemplo, podemos encontrarnos con una persona con temor a hablar en público a quien le han propuesto ser ponente en una conferencia. En ese momento, la interpretación que hace es “No puedo hacerlo, me voy a quedar en blanco”, lo que incrementa su malestar apareciendo taquicardia, sudoración y temblor cada vez que prepara su conferencia. El malestar es tan intenso que decide rechazar la propuesta evitando enfrentarse a ese temor. Toda esta situación da lugar a que la calma vuelva a su vida, provocando que, en un futuro, ante una situación temida, se reproduzcan los mismos pasos. Así, los síntomas de ansiedad se vuelven cada vez más complejos.

 

CÓMO PODEMOS GESTIONAR LA ANSIEDAD

Para aprender a gestionar estos síntomas podríamos, en primer lugar, reconocer que las sensaciones que estamos sintiendo son normales y que nos pueden estar comunicando algo. El siguiente paso sería identificar en qué situaciones suelen aparecer estos síntomas y qué pensamientos, emociones y conductas desencadenan. Una vez tengamos bien identificados estos elementos, podríamos ir introduciendo cambios.

Por ejemplo, en momentos en los que sentimos ansiedad podemos cuestionar los pensamientos que llegan a nuestra mente para no creernos al pie de la letra todo lo que pensamos, ya que esos pensamientos suelen hacernos creer que las consecuencias serán terribles. Además, es importante ir enfrentándonos poco a poco a aquellas situaciones que tememos y aprender que no sucede aquello que tanto nos asusta o que no tiene tanta importancia. Al mismo tiempo, también podemos practicar técnicas de relajación y respiración como recursos para que así nos sea un poco más fácil no evitar inmediatamente las situaciones temidas.

Siguiendo estos pasos podríamos ir alcanzando nuestro objetivo principal: aprender a vivir con menos ansiedad sin empeñarnos en hacerla desaparecer y perdernos en ese camino.

 

Redactado por Sara Moreno.