EL IMPACTO PSICOLÓGICO DE LA DESIGUALDAD ECONÓMICA Y CÓMO PODEMOS COMBATIRLA
La desigualdad económica es un grave y persistente problema de nuestra sociedad actual. Se trata de la brecha que existe entre los que tienen más y los que tienen menos recursos, tanto materiales como de oportunidades. Esta situación no solo afecta al bienestar material de las personas, sino también a su salud mental y emocional. En este post vamos a analizar el impacto psicológico de la desigualdad económica y vamos a ver qué podemos ir haciendo para combatirla.
¿Qué es la desigualdad económica?
La desigualdad económica aparece cuando nos encontramos con un grupo de personas que no recibe el mismo reparto económico.
Podemos encontrar desigualdad económica dependiendo de las rentas que presente cada persona, dependiendo de si una persona es una mujer o un hombre, dependiendo de la profesión a la que cada uno se dedique, pudiendo encontrar, por ejemplo, “amas de casa” con gran carga de trabajo sin ninguna retribución económica.
¿Qué consecuencias tiene la desigualdad económica para nuestra salud mental y nuestro bienestar subjetivo?
La desigualdad económica puede ser percibida desde muy pequeños, desde el comienzo de la guardería, el colegio, el instituto, etc. En cualquiera de esos momentos, un menor puede estar expuesto a comentarios crueles por llevar una mochila reutilizada, por no tener una gran variedad de rotuladores, por no llevar un estuche de última moda o por numerosos de motivos más.
Más allá de la relación entre la economía y lo académico, también puede ser un tema delicado la llegada de la Navidad por los típicos regalos de esa época o la llegada de las vacaciones. ¿Cuántas veces escuchamos “Qué te han traído los Reyes Magos” o “Dónde vas de vacaciones este año”? Ambas son preguntas que se hacen con mucha frecuencia en determinados momentos del año y que, en ocasiones, supone que la persona a la que van dirigidas se sienta un poco comprometida a la hora de responder. Tal vez en casa no pueden permitirse hacer regalos o irse de vacaciones, siendo totalmente respetable. Esto es algo que puede afectar de manera significativa en cualquier momento de nuestro ciclo vital, pudiendo ser especialmente desesperante que unos padres vean cómo les encantaría poder ofrecer a sus hijos algo que por dificultades económicas no pueden darles.
Más allá de la desigualdad educativa
Todas estas situaciones, inevitablemente, influyen sobre nuestro bienestar subjetivo. Actualmente, no irse de vacaciones puede verse como algo extraño y, no hacer lo mismo que hace la mayoría de la población, da lugar a numerosas comparaciones con las vidas de otras personas que sí pueden permitírselo, pudiendo afectar considerablemente en la autoestima de las personas, quienes sienten el malestar de no poder ir de vacaciones y el doble malestar al tener que dar explicaciones de por qué no van de vacaciones.
De esta manera, entre las consecuencias que puede tener la desigualdad económica en nuestra salud mental, podemos encontrar la frustración, la sensación de poca valía personal, la indefensión aprendida (por ejemplo, conformándonos con lo que hay sin luchar por buscar cambios), ausencia de ilusión por alcanzar metas, etc.
“El Desafío de Diego: Luchando contra la Barrera Económica en la Educación”
A continuación, vamos a conocer el caso de Diego, un chico que acaba de terminar bachillerato con mucho esfuerzo y que se inscribe en distintas formaciones públicas para poder acceder “gratuitamente”. Diego está a punto de saber si le han cogido o no en el ciclo superior que tanto deseaba, pero ¡vaya! No tiene suficiente nota y no entra en ninguna de las opciones que tenía en mente. Esto es algo, por desgracia, bastante frecuente. Aunque Diego aparentemente no se lo toma mal, lo ocurrido tiene unas consecuencias, se trata de un año vacío académicamente y, además, supone el comienzo de la sensación de poca valía personal. Afortunadamente, Diego encuentra un trabajo temporal mientras intenta prepararse para subir nota y poder acceder el año siguiente a una formación pública. Lamentablemente, el horario del trabajo impide que pueda dedicar suficientes horas a estudiar a pesar de que el sueldo no es para nada acorde a las horas que está trabajando. Esto da lugar a que el intento de subir nota sea fallido, por lo tanto, otro año en el que no puede entrar en la formación pública. En ese momento, Diego se plantea la opción de informarse sobre formaciones privadas, él es consciente del gasto que supondría para su familia, pero, aún así, les informa sobre los precios. Su familia, finalmente, no puede afrontar un coste tan alto, por lo que ven como mejor opción dedicarse a trabajar para ahorrar y, una vez reúnan una cantidad más alta de dinero, estudiar por lo privado. De esta manera Diego ha retrasado sus estudios dos años. El principal problema es que para reunir esa cantidad de dinero tiene que estar enfrentándose a malas condiciones laborales al mismo tiempo que su ilusión y sus ganas de estudiar algo que siempre ha querido van disminuyendo. A medida que pasan los años cada vez resulta más complicado encontrar el momento para estudiar, debiéndose toda esta situación a no disponer de suficientes recursos económicos.
Este se trata de un ejemplo que no es tan complicado encontrarnos. Existen numerosas personas que quieren estudiar para poder acceder a un buen puesto de trabajo y que se encuentran con la dificultad de que no hay recursos económicos en casa, pudiendo dar lugar a todos los síntomas descritos anteriormente.
¿Qué estrategias podemos utilizar para reducir los efectos negativos de la desigualdad económica?
Para reducir sus efectos negativos resulta fundamental la educación desde pequeños. Es imprescindible que todos seamos conscientes de que cada uno tiene un nivel económico en su familia y que ese no tiene que ser objeto de burla en ningún momento. Así que tendríamos que tener cuidado con ciertos comentarios que pueden ofender a la persona a la que nos estemos dirigiendo.
También es importante no olvidar quienes somos y tener siempre presente que el hecho de conseguir nuestras metas se ve muy influido por la desigualdad económica, por lo que no siempre tiene que ver con nuestras capacidades personales.
Si el impacto de la desigualdad económica nos sobrepasa en algún momento, es algo natural, en muchas ocasiones tenemos que enfrentarnos a situaciones demasiado injustas. Si ocurre y empezamos a sentir emociones que nos hacen estar incómodos, no olvidar que hay veces que no se puede hacer nada para cambiar cómo nos sentimos porque sentirnos así es justo lo que necesitamos. Atender a lo que necesitamos en esos momentos y poder sacar las emociones puede ser un paso que nos ayude a regularlas un poco, es decir, tendríamos que acompañarnos de las emociones y dejarlas estar con nosotros sin luchar contra ellas. Mientras tanto, también podemos compaginarlo con ejercicios de respiración, con actividades que aporten algo de bienestar como pasear, hablar con alguien, ver algo que nos guste en la tele, etc., aunque a veces cueste disfrutar de esas actividades, es una forma de ponernos una tirita y que las heridas duelan un poco menos.
Entonces, para sobrellevar una situación como la que puede estar atravesando Diego, podemos intentar plantearnos la pregunta de “¿Qué está en mi mano para cambiar esta situación?”. Algo que está en nuestras manos es establecernos objetivos alcanzables a corto y medio plazo. Estos objetivos deben ser realistas, atendiendo a nuestras limitaciones y siendo conscientes de hasta dónde podemos llegar. Algo que también está en nuestras manos es buscar apoyo social, familiar o sentimental para ayudarnos a sobrellevar todo lo que supone esta situación. Muchas veces nos encontramos con personas que no quieren buscar apoyo porque no va a ayudar a cambiar lo que está ocurriendo. Eso es cierto. Sin embargo, tener un hombro en el que llorar o darle la mano a alguien que nos ayude a recorrer este camino lleno de piedras puede permitir que sea más llevadero. Asimismo, si percibimos que la situación se nos empieza a ir de las manos, buscar ayuda profesional para aprender a gestionar la difícil situación ante la que nos encontramos es algo que también depende de nosotros.
De esta manera, si te identificas con lo descrito anteriormente, recuerda que no estás sola o solo en este camino. La desigualdad económica podemos experimentarla muchas personas en mayor o en menor medida y, como acabamos de comentar, se puede hacer algo para reducir sus efectos negativos. ¿Te animas a probarlo?
0 Comentarios en "EL IMPACTO PSICOLÓGICO DE LA DESIGUALDAD ECONÓMICA Y CÓMO PODEMOS COMBATIRLA"